“En ese momento no lo viví tan intensamente, ella era la que tenía esa revolución hormonal que le hacía estar tan alerta. Creo que hubo veces que tenía que haber abierto más los ojos y escuchar lo que me decía. Con el segundo ha sido distinto, la he comprendido mejor.”
Seamos conscientes que el trabajo de parto puede durar varias horas incluso días y que es un momento de fatiga y agotamiento tanto físico como mental. El postparto podría ser un momento ideal para el descanso y recuperación de la madre, para empezar a reforzar lazos con el bebé y adaptarse a sus ritmos. Si bien la idea de visitarlos desde el primer minuto puede ser maravillosa, quizás es mejor preguntar por sus preferencias y actuar en función de sus necesidades. Algunas familias anticipan sus deseos desde el embarazo, otras toman la decisión una vez que han visto cómo se ha ido desarrollando todo y otras tienen miedo de expresarlos por posibles represalias. ¿Acaso nos sentimos heridos si las decisiones de los padres no nos complacen?
“El entorno también tiene que aprender a gestionar las situaciones. Pero sobretodo asimilar y respetar la voluntad de la pareja respecto a todo lo que les rodea.”
Aunque la llegada de una nueva vida al mundo es motivo de celebración, es de recibo ser respetuosos tanto por nuestros familiares, como por el resto de ingresados y por el personal que trabaja en el hospital. El bebé tiene unas necesidades que han de ser satisfechas, nace con una serie de conductas pre-programadas que le permiten reconocer el olor corporal o el sonido materno, sus sentidos aún necesitarán un tiempo para terminar de desarrollarse al 100%. Quizás por este motivo nos recomiendan que las visitas sean cortas, que nos lavemos las manos antes de coger al niño y que evitemos perfumes con olor potente.
“Los compañeros de habitación eran tan tranquilos que parecía que hablaban en susurros. En cambio la familia de mi pareja estaba con un ambiente demasiado jocoso ¡hasta yo me sentía incómoda!”
LO QUE LOS DEMÁS CREEMOS QUE NECESITAN
Una de las mayores ilusiones de familiares y amigos suele ser poder tener al bebé entre los brazos. A veces estamos casi al acecho para ver cuando se despierta. Parémonos a pensar por un momento: si yo estuviera tranquilamente en mi cama y alguien me respirase en la cara o me tocase los mofletes ¿me despertaría?
“Cuando llegó mi tía y vi que al achucharle su collar no hacía más que caer sobre la cara de la niña… me mordí la lengua para no soltarlo bruscamente.”
¿Acaso es el bebé un trofeo para ir pasando de brazo en brazo? (Sí, yo también lo he hecho)
Pongámonos en situación: llegas a tu nuevo trabajo y cada 10 minutos estás pasando de un puesto a otro haciendo diferentes tareas que no terminas de saber realizar bien. Al final del día no te ubicas, estás desconcertado, eso mismo le pasa al bebé, que cuando quieren que esté tranquilo no sabe hacerlo ya que ha estado bailando de la ceca a la meca todo el día.
“Yo nunca puse peros a que cogieran al bebé, lo cierto es que nunca tuve una marabunta de gente revoloteando alrededor porque entonces seguro que mi instinto de leona hubiera aflorado.”
¿Por qué hay momentos en los que la madre está tan reacia a separarse del bebé? Porque desde lo más hondo de su ser efluye lo que conocemos como preocupación maternal primaria. Instinto incontrolable e irracional de protección hacia el bebé que se activa internamente. Necesario para que la madre se ponga en el lugar del bebé, en el que su único interés es satisfacer las necesidades de su criatura así como ocuparse de sus cuidados, todo lo demás es secundario.
“Puede que estuviera demasiado alerta, dentro de esa burbuja el instinto te sobrepasa y se apodera de ti. Nuestra prioridad sobre todas las cosas es dar lo mejor al bebé y aunque la pareja intente ponerse en tu lugar, a veces reclamaba que algo se hiciera de una manera pero él no lo veía igual.”
¿QUÉ NECESITAN LOS PADRES?
Durante el embarazo la mujer se ha estado preparando física, emocional y espiritualmente para el parto. Una vez que ha visto que su bebé está bien lo que necesita es encontrarse consigo misma, con su yo interno y profundo. Si se idealiza la situación y no resulta como se espera los miedos, inquietudes y desconfianza invadirán la mente de la madre. ¿Buscar amparo en gente más experimentada: amigas, familiares o incluso profesionales puede hacerlo más sencillo? Si se siente guiada y acompañada su autoestima aumentará así como la seguridad en sí misma. Además, si nota que está cuidada y sostenida podrá ahondar en esa introspección, ya que se podrá relajar y bajar la guardia.
“Lo peor para mí fue no poder coger al bebé, estaba tan mal que no podía. ¡Esa sensación fue terrible! ¿En mi cabeza sólo me asaltaba la duda: cómo voy a ser madre si no puedo hacerme cargo de mi hijo?”
La hora del nacimiento: el bebé que lleva aproximadamente 40 semanas “en su pisito de soltero” percibe cambios. Su medio acuoso ahora es aéreo, no siente los límites de las paredes del útero, ni percibe con la misma intensidad la respiración, los latidos del corazón o la vibración que produce la voz de su madre al hablar. Es posible que se sienta desprotegido y necesite que ese vínculo de contacto humano no se corte de manera drástica. Por esa razón los recién nacidos presentan conductas de apego ante estas nuevas experiencias sensoriales, que aunque son positivas y preparan al bebé para la vida extrauterina, necesitan ser equilibradas para reducir el estrés y contribuir a establecer el vínculo, que durará hasta aproximadamente los dos años, cuando comienza la construcción del YO y la separación de la madre.
“Nuestro hijo se calmaba en brazos, cuando inconscientemente nos movíamos como si estuviéramos bailando.”
La mayor complejidad para unos padres se presenta cuando la principal vía de comunicación que tiene su hijo con el exterior es el llanto, ya que es de difícil interpretación especialmente durante las primeras etapas. ¿Cuál es la razón por la que los pensamientos y comportamientos paternos han de ajustarse a las señales infantiles? Para aprender a reconocerlas, atribuirles la relevancia adecuada y para poder desarrollar después una gama de respuestas afectivas acordes a la capacidad de interactuación del niño. Entre las que encontraremos: contacto, conexión visual, expresar afecto positivo, empatía, coherencia o calidez vocal.
“Era desesperante no parar de oírle llorar, que no se calmara con nada, eso hacía que nos pusiéramos aún más nerviosos y ella llorase aún más. Duro, muy duro.”
