El sueño del recién nacido está en función de las necesidades que tienen que cubrir.
Los recién nacidos necesitan comer frecuentemente para evitar hipoglucemias (descensos del nivel de azúcar en sangre) y crecer.
Por lo tanto, no pueden tener un sueño muy continuado y necesitan pequeñas siestas a lo largo de las 24 horas del día para poderse despertar frecuentemente y comer.
Si los bebés tuvieran el mismo tipo de sueño que tenemos los adultos, sería muy peligroso para ellos. Pensad que los bebés, que en los primeros días tienen periodos de sueño excesivamente largos y hacen tomas muy espaciadas, suelen ser la preocupación de muchos pediatras. En general, es mejor síntoma de salud el que un bebé sea despierto y comedor que extremadamente soñoliento e inapetente.
El hecho de comer frecuentemente también le ayuda a mantener la producción de leche en su madre en este primer periodo de su vida, por lo tanto se está asegurando su alimento junto con que su estómago es muy pequeño y las cantidades que puede ingerir también.
El estar despierto le ayuda a mamar mejor (aunque muchos también pueden hacerlo casi dormidos) y a relacionarse con su madre.
El sueño de un recién nacido hasta los tres meses se caracteriza porque sólo tiene dos fases: sueño activo o REM y sueño lento, de una duración de unos 50-60 minutos. Por eso difícilmente va a hacer siestas de mayor duración sin despertarse. Puede que poco a poco vaya juntando una fase con otra, lo que le permitirá dormir algo más, pero en principio no es así.
Además, se despierta para poder estimularse y conocer, poco a poco, el entorno. Esto desarrolla su mente, pero como suele cansarse pronto, suele dormirse otra vez para volverse a despertar cuando esté descansado y poder aprender mejor. La mayoría de recién nacidos tienen la sorprendente capacidad de desconectar cuando reciben demasiados estímulos, algo que se desaprende con el tiempo. Por eso es tan importante no sobrestimular a los recién nacidos con visitas de familiares y amigos, para que sus periodos de sueño y vigilia estén bien asegurados.
También propicia la atención (mantener la alerta) de la persona que le cuida, ya que al saber que puede despertarse frecuentemente nadie deja solo a un bebé durante mucho tiempo.
Otra de las características del sueño en el recién nacido es que no diferencia entre el día y la noche, igual que no lo diferenciaba dentro del útero materno, por lo tanto el bebé se está asegurando que las tomas de alimento y todas sus necesidades también le sean dadas por la noche.
Se reparte en varias secuencias (veces) a lo largo de todo el día, a diferencia del adulto o a partir de los dos años, que sólo se duerme por la noche o que duerme por la noche y alguna siesta. Esto le ayuda a mantener a su cuidador cerca, a poder comer frecuentemente y a descansar a menudo del bombardeo de estímulos que recibe al principio de su vida, y asimilarlos a través del estadio REM: eso desarrolla su mente.
El bebé, a diferencia del adulto, puede entrar en fase REM directamente sin pasar por las otras fases de sueño lento. ¿El motivo? Se supone que mientras el sueño profundo ayuda al individuo a descansar el cuerpo, el sueño REM ayuda a reorganizar el cerebro, la memoria y los procesos de aprendizaje. Un bebé no suele cansarse mucho físicamente durante el día (además el 70% del tiempo lo pasa durmiendo), en cambio sí que necesita madurar a nivel mental. Al tener ciclos de sueño muy cortos prioriza el sueño REM, que le ayudará a conseguir sus objetivos.
Si los bebés tuvieran el mismo tipo de sueño que tenemos los adultos sería muy peligroso para ellos. Pensad que los bebés que en los primeros días, tienen periodos de sueño excesivamente largos y hacen tomas muy espaciadas, suelen ser la preocupación de muchos pediatras. En general, es mejor síntoma de salud el que un bebé sea despierto y comedor que extremadamente soñoliento e inapetente.
El hecho de comer frecuentemente también le ayuda a mantener la producción de leche en su madre en este primer periodo de su vida, por lo tanto se está asegurando su alimento junto con que su estómago es muy pequeño y las cantidades que puede ingerir también.
El estar despierto le ayuda a mamar mejor (aunque muchos también pueden hacerlo casi dormidos) y a relacionarse con su madre.
El sueño de un recién nacido hasta los tres meses se caracteriza porque sólo tiene dos fases: sueño activo o REM y sueño lento, de una duración de unos 50-60 minutos. Por eso difícilmente va a hacer siestas de mayor duración sin despertarse. Puede que poco a poco vaya juntando una fase con otra, lo que le permitirá dormir algo más, pero en principio no es así.
Además, se despierta para poder estimularse y conocer, poco a poco, el entorno. Esto desarrolla su mente, pero como suele cansarse pronto, suele dormirse otra vez para volverse a despertar cuando esté descansado y poder aprender mejor. La mayoría de recién nacidos tienen la sorprendente capacidad de desconectar cuando reciben demasiados estímulos, algo que se desaprende con el tiempo. Por eso es tan importante no sobrestimular a los recién nacidos con visitas de familiares y amigos, para que sus periodos de sueño y vigilia estén bien asegurados.
También propicia la atención (mantener la alerta) de la persona que le cuida, ya que al saber que puede despertarse frecuentemente nadie deja solo a un bebé durante mucho tiempo.
Otra de las características del sueño en el recién nacido es que no diferencia entre el día y la noche igual que no lo diferenciaba dentro del útero materno, por lo tanto el bebé se está asegurando que las tomas de alimento y todas sus necesidades también le sean dadas por la noche.
Se reparte en varias secuencias (veces) a lo largo de todo el día, a diferencia del adulto o a partir de los dos años que sólo se duerme por la noche o que duerme por la noche y alguna siesta. Esto le ayuda a mantener a su cuidador cerca, a poder comer frecuentemente y a descansar a menudo del bombardeo de estímulos que recibe al principio de su vida, y asimilarlos a través del estadio REM: eso desarrolla su mente.
El bebé, a diferencia del adulto, puede entrar en fase REM directamente sin pasar por las otras fases de sueño lento. ¿El motivo? Se supone que mientras el sueño profundo ayuda al individuo a descansar el cuerpo, el sueño REM ayuda a reorganizar el cerebro, la memoria y los procesos de aprendizaje. Un bebé no suele cansarse mucho físicamente durante el día (además el 70% del tiempo lo pasa durmiendo), en cambio sí que necesita madurar a nivel mental. Al tener ciclos de sueño muy cortos prioriza el sueño REM, que le ayudará a conseguir sus objetivos.
Durante este periodo de tiempo también es importante que le duerman los padres porque los bebés se acostumbran a un olor, a una canción o un movimiento y si se acostumbran a que eso lo proporcione otro cuidador (la abuela en muchos casos) y eso luego no se da al inicio del sueño, tendrán más dificultades en quedarse dormidos y llorarán buscando esos estímulos externos.
Si los padres tienen en cuenta que el sueño en los primeros meses es de periodos cortos de duración, que no dormir más de dos o tres horas es un mecanismo que les ayuda a pedir sus necesidades básicas para seguir vivos y que esta duración es evolutiva, animará a tener la calma y tranquilidad que tanto se necesitan en este momento.